¡Y creció el amor de tanto amarnos!

Me he acostumbrado a tus besos, a tus abrazos, y a despertarme a tu lado por las mañanas,  a sentirte, y que cuando hacemos el amor, se quede impregnado tu olor en mí, en mi ser, en mi alma y mi esencia sea, una combinación de nuestros cuerpo; en constante ebullición. Quemados por el deseo de un amor puro y sin temores. A la complicidad en nuestras miradas, que sin hablar nos decimos tantas cosas.
Los días pasan y el amor crece por momentos, se intensifica cada vez que nos pensamos el uno al otro, cuando no estamos juntos. Y juntos nuestras caricias erizan nuestra piel, la pasión desemboca en el deseo, de comernos a besos, porque sin besos no hay verdadero placer, no hay pasión, no hay nada. Amor, ¡volemos juntos al paraíso en nuestra nave del placer! y dejemos que el mundo siga su curso, mientras nosotros seguimos inmersos, en nuestra más especial velada, piel con piel, siendo uno y nuestros corazones palpitando al unísono, al mismo ritmo, al mismo compás, dejándonos sin aliento y sin saliva, de tanto amarnos.

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